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El reencuentro histórico en Dénia: «Nuestros abuelos se apuntaron con pistolas, nosotros hablamos»
   04/29/2024 11:28:37    0 Comments
El reencuentro histórico en Dénia: «Nuestros abuelos se apuntaron con pistolas, nosotros hablamos»

Era ya el final del acto ante una sala de la Biblioteca Municipal de Dénia abarrotada. Y de pronto Luis Pérez-Segnini agarró el micrófono, miró a Loreto Urraca  y le dijo: «Nuestros abuelos se apuntaron con pistolas. Nosotros estamos aquí hablando». Aplausos.

Esa frase lo resumía todo. Eran palabras que venían de muy lejos atravesando años de represiones, guerras, exilios y silencios rotos al fin. Palabras cuyo origen se remonta a 1940.

Aquel año el embajador mexicano en la Francia de Vichy, Luis Rodríguez Taboada, abuelo de Pérez-Segnini, había puesto bajo protección diplomática de su país el Hôtel du Midi de Montauban donde se alojaba, ya muy enfermo, camino de la muerte, Manuel Azaña. Tal gesto salvó al presidente de la República de la policía franquista y especialmente de la persecución de un agente de la Falange y de la Gestapo, Pedro Urraca, abuelo de Loreto. En un momento dado, Urraca y otro policía intentaron entrar en el hotel para llevarse a Azaña pero en la puerta se encontraron con Rodríguez Taboada y un agente mexicano. Los dos grupos se encañonaron.

Escena del cómic «Plomo y Gualda» que narra la muerte de Azaña.

A esa escena se refería Luis Pérez-Segnini. Su abuelo protegió a Azaña y a otros dirigentes republicanos. No lo consiguió con todos. Pedro Urraca sí logro secuestrar a Lluís Companys para que las autoridades franquistas lo fusilaran. Todos esos hechos, a los que La Marina Plaza ya dedicó un amplio reportaje, se cuentan en el documental Urraca, cazador de rojos (Pedro de Echave y Felip Solé) que también se proyectó este pasado miércoles en la Biblioteca de Dénia, dentro del ciclo Memòria i Futur .

Pedro Urraca en el documental.

Fue el motivo perfecto para que Luis Pérez-Segnini y Loreto Urraca, que con anterioridad ya habían intercambiado correspondencia, se conocieran en persona por primera vez. Frente a frente salieron al estrado a compartir sus experiencias. Observarlos juntos, después de haber visto las descarnadas imágenes de Urraca cazador de rojos, emocionaba. Podía cortarse el aire.

«Están aquí la nieta del cazador y el nieto del salvador», resumió Manuel Granell, coautor del cómic Plomo y Gualda, que cuenta los últimos días de vida de Azaña en aquel hotel y que ha sido uno de los artífices de este «encuentro histórico» en Dénia, como lo calificó la responsable de la Biblioteca, Llúcia Signes.

Manuel Granell.

Hijos con padres criminales

Claro que Loreto Urraca es una nieta muy especial. Se enteró muy tarde, en 2008, de que su abuelo era quien era. Inició entonces un proceso para desvincularse de él poniéndose al lado de las víctimas. Investigó quién había sido Pedro Urraca. Denunció sus crímenes, que incluían también extorsiones y robos a exiliados republicanos y a judíos con destino a campos de concentración. Escribió un libro, Entre hienas.

Y, algo muy poco conocido en España y sobre lo que se explayó en Dénia, Loreto pasó a formar parte del colectivo Historias Desobedientes, conformado por familiares de criminales de lesa humanidad que denuncian públicamente la actuación de sus parientes.

Llúcia Signes durante su intervención.

Historias Desobedientes es un movimiento muy extendido en Argentina, Chile o Uruguay, con hijas e hijos de militares de las distintas dictaduras que se rebelaron contra sus propios padres. Loreto Urraca sostuvo que también debería propagarse por la sociedad española para contribuir a cerrar una herida aún tan abierta, que incluso se abre más. «Hay a quien le gustaría que guardáramos silencio sobre todo esto», resumió Signes.

«Yo también soy un exiliado»

Aunque desde México y desde otra vida, la historia de Loreto posee similitudes con la de Luis Pérez-Segnini. Este último también conoció muy tarde que su abuelo Luis Rodríguez Taboada había sido el salvador: fue en 2006, cuando ya tenía 50 años y leyó el libro de Jordi Soler Los rojos de ultramar.

Y eso que él debe prácticamente su existencia a su abuelo: en México Rodríguez Taboada siguió protegiendo a perseguidos de las dictaduras en Venezuela, Perú o la Cuba de Batista: precisamente el padre de Pérez-Segnini era un exiliado de la represión venezolana que se casó con la hija del antiguo embajador. «Yo también soy exiliado», proclamó ante el público de Dénia.

Historias tan diferentes en latitudes remotas del planeta causan pues víctimas similares. Y protectores insospechados. Con Francia tomada por los nazis en 1940, muy pocos países se interesaron por la suerte de la diáspora republicana. México, sí. ¿Por qué? Lo explicó Pérez-Segnini: «Un día el mariscal Petáin le preguntó a mi abuelo por qué ayudaba a aquellos indeseables. Y él contestó, porque son de nuestro mismo espíritu y de nuestra misma sangre». 

FOTOGRAFÍAS DE TINO CALVO

Un final poco honorable

El documental revela otros datos menos divulgados de Pedro Urraca: tomada Francia por los aliados tuvo que salir huyendo –el cazador se convirtió en cazado– y pasó por momentos de angustia. Dormía con una pistola en sus manos. Pero las autoridades franquistas siguieron confiándole misiones: le trasladaron bajo nombre falso a Bélgica, donde Urraca persiguió de nuevo el exilio republicano y después a refugiados de ETA incluso ya con la llegada de la democracia.

Su final no fue plácido: la carrera del antiguo agente de la Gestapo concluyó de forma abrupta cuando se le acusó de haber robado dinero de la embajada española en Bélgica. Fue sometido incluso a juicio y su pensión embargada, afrontando penurias económicas hasta el final de su vida, que le llegó en 1989.

FOTOGRAFÍAS DE TINO CALVO

FOTOGRAFÍAS DE TINO CALVO

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