Analizar un cómic es algo fascinante, se mire como se mire, porque hay que saber apreciar lo que buscan los autores, lo que los distintos tipos de lectores que pueden apreciar y también los méritos que el propio crítico ve en esa lectura. Son muchos factores que alinear y no siempre coinciden, de ahí aquello tan trillado de que para gustos los colores. Y, sin embargo, suelen ser las obras más peculiares las que proporcionan una coincidencia más agradable entre estos distintos puntos de vista, seguramente desde esferas alejadas de lo más comercial y alejadas de números de ventas estratosféricos, aunque eso sea importante en el mercado editorial. Viene esto por La gran caída de Max, un tebeo que parece pequeño, pero en el que Àlex Martínez Ruano y Matías Tolsá Montadoro han puesto tanto corazón que parece imposible no adorar su historia. Pequeña, sí, pero con un crecimiento precioso. Al principio no parece otra cosa que la historia de un bicho raro. Y a medida que vamos entendiendo lo que hace tan singular personaje es cuando vamos alcanzando un poso en la lectura que es digno de admiración. Lo es porque apuesta por algo aparentemente muy reducido, un personaje de aspecto poco heroico, pero al que vemos protagonizando hazañas desde el principio, para hacer toda una oda a la imaginación como motor de muchas cosas.
Una de ellas es, obviamente, la propia historia que estamos leyendo en estas páginas. Martínez Ruano alienta nuestra curiosidad desde el principio, con la primera escena y con el cambio radical en el planteamiento que se produce la segunda, dispuesta ya a modo de flashback para acompañarnos así ya en casi todo el cómic. Cómo llegamos de una a otra punta es lo que da sentido a La gran caída de Max y es el soporte de lo que realmente importa del relato. Al principio podemos ver a ese héroe, sí, pero de repente el relato nos lleva a pensar que es un loco. Literalmente. Lo notable está en lo que viene a partir de ahí, porque amplia el abanico de emociones de una manera brillante y nada tramposa. Estamos en la mente del protagonista, pero también en la realidad, transitando por una frontera muy, muy delgada en la que somos nosotros los que vamos decidiendo cuál de estos dos escenarios tiene más importancia en lo que estamos leyendo. La narración es, en ese sentido, bastante sutil y muy eficaz, sin necesidad de perderse en farragosas explicaciones o en escenas redundantes o simples. Y es que La gran caída de Max es un tebeo al que podemos poner muchos adjetivos, pero simple no es uno de ellos, a pesar de que su formato y su reducida extensión nos puedan llevar a pensar lo contrario.
El planteamiento visual queda deliciosamente definido no ya en la primera secuencia, sino incluso en la primera viñeta, y eso tiene mérito por el confort que proporciona al lector. No vamos a desvelar las sorpresas de la historia, por supuesto, pero toda la información que necesitamos durante la lectura y después de la misma para procesar lo que hemos visto está ahí, en ese primer dibujo. Las formas, las sombras, el color, las decisiones narrativas que dan sentido a la obra… Todo está ahí. Y todo parece inteligente y medido, jugando con mucha habilidad con herramientas que vemos en ese punto y otras que vamos descubriendo algunas páginas más adelante, incluyendo un significativo cambio de estilo en algunas páginas que abordan la psicología del protagonista de una manera envidiable. No es fácil encontrar historias tan realistas detrás de un dibujo que apuesta por otros caminos, pero La gran caída de Max cuenta esa entre sus bondades. Desde luego, no es una lectura convencional, porque nos propone capas que enriquecen una historia, porque muchas de las conclusiones nos asaltarán después de cerrar el libro, porque no tiene un héroe al uso e incluso porque el aspecto del cómic es muy personal. Pero eso mismo, sabiendo que nos lleva a terrenos distintos de los cotidianos, es un valor más para esta lectura.
Juan Rodríguez (Cómic para todos)
https://comicparatodos.net/2025/04/23/la-gran-caida-de-max-de-alex-martinez-ruano-y-matias-tolsa-montedoro/
