La guerra no es humana, pero las historias que se crean en ese escenario sí pueden serlo. Esa es la principal conclusión que podemos sacar de La pitillera húngara, un tebeo en el que Juanarete y Juanfer Briones se acercan a las Brigadas Internacionales que combatieron en la Guerra Civil Española. ¿Pero es este un cómic bélico? No exactamente, lo es en algunos sentidos pero en otros no. O al menos, no es un cómic bélico al uso, por precisar algo más. Hay armas, pero su sonido no es la clave de lo que nos están contando. Y moviéndose por esas delgadas líneas, lo que queda es un tebeo de los que invitan a saber más. Más sobre las Brigadas, más sobre el desarrollo de la Guerra Civil que no suele aparecer en los libros de texto con los que estudiamos Historia. Más, en definitiva, de todo el marco que estamos viendo en el cómic, también el aragonés que tanto y tan bien se cuida desde la editorial, aunque solo sea el envoltorio de lo que estamos viendo, un viaje documentado, sí, pero sobre todo uno emocional, cruzando vidas que normalmente nunca habían tenido nada en común, contando su historia como si ese contacto fuera al final algo marcado por el destino y por la casualidad, con todo lo que tiene eso de aprovechable en una ficción, por muy real o realista, que para el caso nos sirve igual, que sea esta.
Esas son las principales bazas que juega Juanarete para engancharnos. Siendo varios los personajes a los que seguimos, y siendo todos ellos combatientes por convicción, es difícil no compartir sus experiencias de alguna manera. Diríamos que independientemente de la ideología, pero a estas alturas es bueno admitir que eso no es así. Esta es una obra que habla de libertad, de lucha contra el fascismo, de ideales nobles y militantes y de las dificultades que se asoman a las vidas de quienes deciden sacrificarse de una u otra manera por sus ideales. No hay medias tintas, aunque estos no sean los cimientos más visibles de la obra. Eso es algo que se centra en los personajes, de manera complementaria a lo que estamos diciendo, haciendo que el retrato de todos aquellos a los que vemos sea preciso y delicado, que tenga ideología, sí, pero también humanidad y vida social. Puede que al principio no esté del todo claro hacia dónde quiere llevarnos La pitillera húngara, y ese elemento tan poderoso como para dar título al libro no se define plenamente hasta su última viñeta, pero todo lo que vemos nos intriga con claridad como para estar pendientes en cada página. Y cuando atisbamos esas conexiones que se van estableciendo, el trabajo de Juanarete gana en vigor, añadiendo eso al buen retrato del escenario escogido, desde un punto de vista fresco.
Esa misma frescura se manifiesta en el dibujo de Briones, mucho más si tenemos en cuenta lo bien que encaja su trazo en obras más joviales y divertidas como Alerta Becquer (aquí, su reseña). Ejemplos ya hay incontables de lo bien que esta forma de entender el dibujo se puede amoldar a públicos y tonos muy distintos entre sí, así que no vamos a perder el tiempo en esta obviedad, más allá de convertirla en una formidable muestra de versatilidad del artista. Briones no necesita mostrarnos lo más cruento del campo de batalla para que sintamos nel peligro real que hay en cada escena, y quizá esa sea el camino por el que La pitillera húngara se convierte en algo que trasciende el cómic bélico que podemos pensar que es en una primera aproximación. Sus retratos son espléndidos y claros, sabe encontrar elementos distintivos entre sus personajes y, sobre todo, consigue que entremos en el escenario por todo, por el necesario trabajo de documentación con el que se sustenta una obra que tiene que brillar desde un período histórico concreto, pero sobre todo por la situación de los protagonistas. Sin necesidad de nacer con una ambición desmedida de ser la historia definitiva, lo dice el subtítulo, es Una historia de las Brigadas Internacionales, llega muy lejos, puede que incluso más de lo que se había propuesto en un inicio.