La viñeta que inaugura este texto sintetiza el mundo en el que viven Pinipa, Cebollino y Rami. Un mundo donde se está condenado a la extrema especialización (¿A alguien le suena?) y a hacer “in aeternum” lo mismo para obtener los recursos necesarios para subsistir. Cada día. Pinipa, una niña cuya tarea asignada es mover piedras de una montaña a otra, sueña con liberarse de esa carga perpetua. Poder tener tiempo para ella. Ese anhelo lo identifica con la obtención del “Happy Egg”, el huevo con el que cree que podrá obtener la felicidad…
Así comienza el manga de Kaise, alias de Héctor Cisneros, ganador del Primer concurso Impulso Manga, cuya publicación ya es una realidad de la mano de GP Ediciones. “Happy Egg” se puede considerar un manga netamente aragonés, por denominación de origen. Pero lo que aguarda aquí es mucho más que la traslación de un código estético, gráfico y narrativo a una obra nacional. Quien abra sus páginas se va a encontrar un relato que tiene su razón de ser per “se”, sorprendiendo gratamente a quien lo lea.
Para ello, Kaise parte de una premisa, a priori, ingeniosa e ingenua. Aparentemente, porque conforme la trama se desarrolla, vemos que esconde en sus viñetas una profundidad sólida, existencial en ocasiones, mostrando grandes dilemas humanos. Todos plasmados de forma resolutivamente orgánica, que fluyen y aparecen en el relato de forma natural. Sin duda, la metáfora mostrada funciona y el paralelismo, aunque sabiamente retorcido, es evidente con muchos de los males que aquejan a quien vive en las opulentas sociedades actuales: vidas laborales insatisfactorias y deseos escapistas (materializados en la obtención de objetos); tedio diario y sueños por cumplir.
Todas esas semillas están sembradas en las páginas de “Happy Egg”, con una verdad literaria que cohesiona el relato. A través de este mundo fantasía, Kaise ha ido más allá del imaginario plasmado para plantear cuestiones de calado. Elementos para reflexionar en un manga, a priori ilusorio, que, sin embargo, remueve el interior de quien lo lee. Como la buena ciencia ficción de género, en definitiva, que es mucho más que un mero relato escapista.
En cuanto al trazo, de marcado estilo manga, se revela muy detallado en cada viñeta. Hecho que favorece la conexión lectora tanto con la trama como con el discurso interno que subyace en ella. Composiciones y encuadres refuerzan el camino narrativo del volumen, fluido y certero en todo momento. Todo eso invita, y consigue, que quien lo lea quiera saber más de la trama, de los personajes y sus situaciones. En ocasiones apenas esbozados en estas páginas, pero que ya reclaman su desarrollo en una hipotética continuación que esperemos vea la luz.
Recién editado por GP Ediciones en rústica con sobrecubiertas, las 160 páginas de “Happy Egg” desprenden una solidez conceptual y emocional rotunda. Ambicioso en su premisa y planteamiento, este es un sólido debut que vale la pena recorrer. Por lo que apunta, lo que muestra y lo que sugiere, el aparente mundo escapista plasmado en estas 160 páginas conviene visitarlo.
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